La cumbre del clima de Egipto es una oportunidad para que las personas con discapacidad puedan participar activamente en los procesos de ambición climáticos así como en la toma de decisiones sobre políticas y programas, ya que les afecta directamente.
El pasado domingo daba comienzo la 27º Conferencia de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP27), un punto de encuentro internacional donde poder avanzar en la adopción de medidas para hacer frente a la emergencia climática. Entre los temas más relevantes para este año, la reducción urgente de las emisiones de gases de efecto invernadero, el fortalecimiento de la resiliencia y la adaptación a las consecuencias inevitables del cambio climático, o el cumplimiento de los compromisos de financiación de la acción climática en los países en vías de desarrollo.
Es, sin duda, una cita determinante para el futuro de nuestro planeta, además de una gran oportunidad para redefinir la justicia climática para las personas con discapacidad. Cuando se trata de cambio climático, las personas con discapacidad resultan desproporcionadamente afectadas por sus efectos ya que la actual emergencia afecta con especial intensidad a los más vulnerables. Los desastres naturales repentinos, como lluvias torrenciales o sequías, y los fenómenos de lento desarrollo, como la aridez o desertización, pueden afectar gravemente al acceso de las personas con discapacidad a la alimentación y nutrición, al agua potable y saneamiento o incluso, a los servicios de atención de la salud y medicamentos. Por esa razón, su voz debe tenerse en cuenta en las iniciativas de acción climática. Según el informe de la Oficina del Alto Comisionado a las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), las personas con discapacidad han estado prácticamente ausentes de debates climáticos y existen pocas publicaciones sobre sus efectos del cambio climático en sus derechos. Si no queremos dejar a nadie atrás, la acción debe tener en cuenta sus necesidades.
Por ello, la COP27 puede -y debe- convertirse en un encuentro para el cambio, donde poder decidir, diseñar e implementar programas inclusivos de adaptación climática que integren la visión de las personas con discapacidad. Para ello, además de escuchar sus voces, se necesita acceso equitativo a plataformas de información y materiales de aprendizaje actualizados para poder mejorar su conocimiento y participación en las conversaciones sobre la integración del cambio climático en todos los niveles. En este sentido, cabe recordar que las políticas y planes climáticos siguen sin estar disponibles en sistemas como el braille o el acceso a ellas se centraliza en plataformas web no adaptadas, lo que supone una barrera para la participación plena y efectiva en la acción climática.
Entre los instrumentos que complementan este derecho internacional, se encuentran el Comité Permanente entre Organismos para integrar la acción humanitaria para las personas con discapacidad y la Estrategia de las Naciones Unidas para la Inclusión de la Discapacidad. ¿Qué papel jugarán en esta COP? Lo veremos en el desarrollo de la cumbre, pero confiamos en que sea decisivo y contribuya a impulsar la acción y ambición climática de las personas con discapacidad.